Rosalinda Morales | Foro Veracruz.
Familias xalapeñas se preparan para poner la ofrenda de Día de Muertos, una tradición que pasa de generación en generación.
Los costos para colocar el altar han incrementado notablemente; algunas personas optan por “ponerle poquito” de cada alimento.
El monto a considerar en la ofrenda es variable se estima que puede ir desde 800 pesos en su versión más sencilla hasta más 2 mil pesos en altares grandes y detallados.
Amas de casa acuden a los mercados porque dicen “es más barato” y hay variedad en todo.
El papel picado, este año incrementó en 50 por ciento al pasar de 5 a 10 pesos cada pliego; las veladoras subieron 9 pesos y ahora cuestan 45 pesos por 3 piezas.
El pan de muerto subió 5 pesos en comparación con el año anterior; mientras que las flores pasaron de 50 a 70 pesos el ramo grande.
La mandarina incrementó en tres pesos; la guayaba 5 pesos y los plátanos 3 pesos.
La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) aconsejó planificar el presupuesto, elaborar una lista con los objetos que se necesitan o que incluyen en el altar (papel picado, flor de cempasúchil, agua, sal, velas o veladoras, pan de muerto, copal o incienso) y tomar en cuenta la reutilización de decoración de años anteriores.
Tambien exhortó a las familias a adquirir solo lo necesario y hacerlo con antelación para evitar compras aceleradas y precios elevados. De igual manera, aprovechar las promociones y ofertas reales que ofrecen los establecimientos y siempre comparar precios.
La ofrenda de Día de Muertos representa la conexión entre el mundo de los vivos y los muertos. En ella se colocan los alimentos y bebidas preferidos de quienes se recuerda, junto con elementos simbólicos como el agua, el copal y las flores, que según la tradición, ayudan a guiar a las almas de regreso a casa.
Según la costumbre mexicana, el altar se coloca a partir del 27 de octubre, cuando se recibe a las almas de las mascotas, nuestros compañeros de vida que también forman parte de la tradición.
En la tradición nacional se cree que el 1 de noviembre se dedica a los niños difuntos, conocidos como angelitos, mientras que el 2 de noviembre se conmemora a los adultos, momento en que las familias se reúnen para compartir pan de muerto, atole o tamales, rodeados de velas, flores y recuerdos.

